El siglo del engaño: cómo Occidente enterró el sentido común
- Fernando Medina Sánchez
- hace 2 días
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Panorama desolador real de la situación, que seguro empeorará. Excelente análisis de las causas exógenas y endógenas de nuestro caos con rumbo al abismo, ajustable a unas precisiones que ratifican el desastre: el aforismo de la justicia divina (una nación dotada en abundancia de todos los recursos, pero poseída por los peores gobernantes) ya rondaba las facultades de Ciencias Políticas desde los 90, impotentes maestros y alumnos de contener tanta estadística catastrófica y tanto exabrupto político, social y económico. (Recuerden que esta especialización estéril solo se limita a diagnosticar y analizar estadísticamente los fenómenos y problemas políticos, dejándolos en unos informes académicos de ámbito contemplativo, pero nunca proponiendo soluciones profundas y reales a las naciones).
La situación que vivimos hoy es el legado y la herencia hilada por los gobernantes de los últimos 40 años, ya contaminados de una ideología romanticoide, utópica y absurda que dejó la Guerra Fría como un virus letal al mundo occidental. Casi todos, aturdidos, se dejaron embobar por ignorancia, irresponsabilidad e incapacidad y fueron entregando sus naciones a la anarquía, el caos y la tragedia de los violentos, criminales y resentidos que, aprovechándose de la democracia boba, pérdida y fracasada —hija de la Ilustración—, dieron rienda suelta a la consigna de Marx en el foro del liberalismo de París, a finales del siglo XIX: "La democracia es el camino a la revolución".
Al siguiente siglo aparecieron los peores métodos para hacerlo: el goebbelsianismo —"la mentira es la que doblega los pueblos"— y el althusserismo —"cómo penetrar todas las instituciones públicas y políticas para destruirlas"—. Ideología con método perverso, penetrada en naciones pusilánimes y siempre colonizadas en sumisión antropológica, aliada con sátrapas ambiciosos, utilizados como "Sonderkommandos", útiles idiotas de la devastación.
Tanta estupidez y ceguera reconcentrada en los pésimos gobernantes contaminó, obviamente, la ya tara psiquiátrica de los gobernados, siempre estupidizados por todos los detentadores de poder político, económico, social o religioso; ya ancestralmente entrenados para consumir sin reparos el engaño, la mentira, la manipulación y la violencia natural que brota de la idiotez.
La estructura antropológica milenaria de Oriente se aparta de Occidente en este cruce de gobernabilidad. Los primeros arraigaron en sus conciencias la solidaridad del bien común y el cumplimiento de las leyes con visión y sentido común. Y desafortunadamente, los occidentales fueron prisioneros del faro engañoso de la lógica ontológica, y su conciencia la entrenó para engañar, mentir y aprovecharse del bien común para usufructuarse y someterlo, utilizando la criminalidad y la violencia, hasta victimizar la Ley y el Estado de derecho. Como lo ratificó Rivera en La Vorágine: "Jugué mi corazón al azar, y se lo ganó la violencia".
Por eso es que los llamados "milagros" económicos mundiales —Japón, China, Dubái, Emiratos y ahora Singapur— solo se dan en Oriente, y las naciones inviables y fracasadas como Cuba, Venezuela, Haití, Nicaragua, Bolivia, Colombia y demás se acaban con gran rapidez en Occidente.
Con seguridad, todo será peor. Las causas son evidentes. No hagamos como el avestruz que entierra la cabeza cuando ve el peligro. Acá todo el daño ya se hizo y se pactó. Estamos viviendo las secuelas.
La solución no está en campañas políticas, ni en la politiquería, ni en movimientos emocionales, ni en la economía, ni en la academia o el intelectualismo que desorientó al mundo, porque todo está contaminado viralmente desde hace siglos. Tampoco pactando con hienas (eso es como pretender que una convención de políticos acabe con la corrupción).
Es únicamente el conocimiento descontaminado en gobernabilidad el que puede mostrar el camino correcto a corto, mediano y largo plazo, sobre el principio aristotélico de los extremos: "Un extremo engendra el contrario". Ya estamos cerca al extremo de la catástrofe, y los más grandes problemas tienen las soluciones más sencillas.
Lean la Guía para liderar una sociedad sin valores. Tratado Universal de Gobernabilidad con énfasis en sociedades catastróficas.
Autor y CEO de sgpglobal.org
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